Anthony Hopkins, actor de cine y teatro, muy recordado por su trabajo en “El silencio de los corderos” y “Lo que queda del día” ha dejado algunas interesantes reflexiones en una entrevista reciente.
Se le pregunta por el secreto de la actuación: “El secreto de la actuación está en escuchar al otro actor. Esa es la clave. Cuando escuchas de verdad se genera una nueva conciencia y las palabras se transforman en una energía común”.
Con respecto a lo que decía Joanne Woodward de que “el pianista tiene su piano, la bailarina de ballet tiene sus zapatillas pero el actor sólo se tiene a sí mismo”, Hopkins comenta: “Parece inevitable que un actor acabe con problemas de ego. No es una cuestión únicamente de ego porque todos tenemos uno y es lo que te saca de la cama por las mañanas. El problema es cuando empieza a decirte que eres especial, que eres diferente. Pero una vez que alcanzas cierta edad y tus huesos comienzan a rechinar y te duele la espalda, el ego te dice: “Vale, vamos a calmarnos, nada es tan importante”.
Yo repaso mi propia vida y lo que me pregunto es:”¿Qué he hecho, realmente?” No lo sé, pero no puedo permitirme el lujo de tomarme en serio cuando hay gente capaz de hacer cosas que yo apenas puedo llegar a comprender. Médicos, investigadores, personas que construyen una aeronave o la tubería de una casa. Esas son las personas que hacen que el mundo siga funcionando.
No me he puesto objetivos, de hecho, procuro depurar mi mente de cualquier deseo. Es mejor no esperar nada. No pidas nada, no esperes nada y acepta todo. Ese es mi lema. Es una forma de aparcar las inseguridades. El miedo no es buen consejero. Si subes al escenario, ¿te da miedo lo que van a pensar de ti? ¡A quién le importa! Si estás nervioso es porque quieres ser Gielgud y tener éxito. Pero tienes que controlarlo y decirte: “¡Vale, suficiente. Salir a escena. Acción, hagámoslo!”.