Anota el gran director sueco en su diario:
“Quizás sería divertido hacer una comedia sobre siete días en la vida de un canalla. Siete señoras, siete noches de sexo, siete situaciones fantásticas, siete mujeres distintas, de todos los tipos, edades y físico, todo elevado e ínfimo, vulgar y sublime, todo en una procesión fantástica. Quizás se situe a fin de siglo u otra época, quizás los años treinta. Pero bueno.
Creo que sería un alivio poder soltar un rugido y reír y gritar y hacer lo que me diera la gana y armar un buen escándalo. Yo creo que es lo que necesito después de tanta angustia.
Primero tengo que dilucidar de qué pasta está hecho el protagonista. ¿Será acaso un príncipe en su pequeño principado? ¿Será él quien lo decida todo y que es autoritario y al que nadie puede llegar y el que tiene en su bella mano la Vida y la Muerte? Y quien crea la alegría, la belleza, la música, la decadencia. La alegría, sobre todo la alegría. Y que tenemos posibilidades ilimitadas de hacer lo que nos venga en gana con todo y con todos y que yo tengo el poder, yo, y que doblego las circunstancias a mi voluntad. Y qué holgazán y que cruel y qué alegre y que mierda y reventar los límites y vencer a la muerte.
Y rozar a las personas y tocarlas y estar cerca de ellas como nunca.”
4 de octubre de 1975.
(Imagen: «Cuando huye el día» film de Ingmar Bergman)