EL PRESENTE
Estamos en un momento de crisis y cambio y el futuro del teatro está en entredicho. Con la emergencia del video, el desprestigio del texto, la participación del público, y la inmediatez de todo, el teatro parece un boxeador “groggy” que está buscando su rincón.
EN EUROPA
En Alemania y los países de habla alemana y Francia el texto sigue siendo fundamental y el rol del director como figura indiscutida se mantiene. Algunos, como Simon Stone o Wajdi Mouawad, se han dedicado a la actualización de los grandes mitos y las tragedias griegas. E incluso los clásicos de finales del sigloXX: Simon Stone se ha adentrado en “Medea”, “Hotel Strindberg” o “Juan Gabriel Borkman”.
En Inglaterra han aparecido nuevos dramaturgos que estrenan en el “off” o en las ediciones “fringe” de los grandes festivales (Edimburgo, por ejemplo) algunos ya se están consolidando en la escena oficial. Es la generación que toma el relevo a Caryl Churchill, Sarah Kane o Martin Crimp, y entre ellos surgen las voces de Jezz Butterworth, Tim Crouch o Rory Mullarkey, que están renovando la escena inglesa investigando las realidades sociales sin descuidar el humor de siempre.
ESPAÑA
Hay también aves solitarias como Angélica Lidell, quien sigue desarrollando un teatro personal siguiendo sus obsesiones familiares, y religiosas.
En España vemos cada vez más espectáculos donde el texto ha pasado a segundo plano y lo que importa es la multimedia y la participación del público.
ARGENTINA
En Argentina esto no es nuevo, ya en la década de 1970 Alberto Ure dirigió “Información para extranjeros” de Griselda Gambaro, en la que el público recorría diferentes espacios en cada uno de los cuales sucedían escenas que mostraban el horror cotidiano de un país asolado por las dictaduras.
Se abren nuevos caminos y será interesante ver cómo sigue todo esto. Y participar, claro.